Los cambios
estructurales de la economía dominicana han permitido un mayor acceso de la
mujer en la actividad económica, especialmente el empleo, por medio del
desarrollo de sectores como zona franca, turismo, servicios y otros sectores
informales (pese a ser de menores ingresos) que reservan una menor cantidad de
puestos como exclusivos del hombre. Según la CEPAL, las mujeres representan el
50.1% de la población dominicana y han tomado las riendas de su camino
gestándose mayores niveles de educación respecto al hombre y generando mayor
participación social y representación ciudadana. Sin embargo continúan
existiendo desigualdades de género en cuanto a remuneraciones, condiciones de
empleo y cuestiones culturales.
En el país, el
34% de los hogares urbanos y el 28% de las zonas rurales son comandados por
mujeres. El 30.2% de las mujeres en zonas urbanas cuentan con ingresos propios
mientras que solo el 15% de los hombres lo hacen. No obstante la incidencia de las
pobrezas persiste de forma más agresiva en los hogares presididos por mujeres
con un 49% mientras que en los hogares presididos por hombre es de solo el 34%.
Estas condiciones continúan empeorando si la mujer es joven, vive en las zonas
rurales y tiene pocos años de estudios.
En lo que respecta
al nivel de escolaridad (Años de estudios) tanto en las zonas rurales como
urbanas las mujeres promedian más años
de educación que los hombres. En términos políticos también el sexo femenino ha
logrado escalar peldaños en cuanto su representación en los principales organismos
de tomas de decisiones al pasar de una representación de solo 7.5% en 1990 a 20.8%
en 2011.
Ahora bien, Pese
los avances logrado, existen retos
económicos, culturales y sociales que plantean grandes interrogante sobre la
capacidad de la mujer a continuar ganando espacios. Por ejemplo, El porcentaje
de nacimientos en mujeres con edades menores a los 23 años supera ampliamente
al de nacimiento con mujeres de mayor edad, lo que aporta serias dificultades
para un grupo importante de mujeres que ven restringida sus oportunidades a
ingresar al mercado laborar de mujeres con mayor cantidad de años educativos
que es donde las brechas de ingresos y desempleo son menos desfavorables para
las mujeres.
La participación
de los hombres en actividades económicas continua siendo superior a la de las
mujeres, siendo las más afectadas aquellas en el rango de edad de 15-25 años y
mayores de 60, es decir jóvenes y ancianas. Además el ingreso obtenido por
las mujeres en condiciones parecidas a
los hombres continúa siendo cerca de un 35-45% inferior al de los hombres. Las
mujeres ganan alrededor del 63% del salario del hombre, siendo las más
afectadas las mujeres con menor cantidad de años de educación. En este aspecto se han registrado pocos
avances desde 1997, inclusive registrándose descensos en algunos rangos de edad
como entres las mujeres con 4 a 6 años de educación.
El desempleo ha
sido otro aspecto de la economía donde las mujeres muestran indicadores
alarmantes. Así en condiciones parecidas, pese a observarse avances, el desempleo de las
mujeres continua siendo considerablemente superior al de los hombres.
Observándose que para el año 2010 las únicas mujeres que han logrado superar
estas brechas son las que logran más de 13 años de educación pese a su mayor
cantidad de años educativos.
En conclusión,
la mayor participación de las mujeres en la economía generaría una externalidad
positiva debido a que las mismas promedian más años de educación que los
hombres, por lo que, el incremento de esta participación generaría un efecto
positivo en el crecimiento económico nacional. Estudios de la participación de
la mujer en la vida económica demuestran que las mujeres tienden a ser más
propensa a favor del ahorro para satisfacer necesidades básicas o desarrollo de
los hijos por lo que podrían estar generando una inversión más productiva y por
tanto una aceleración del crecimiento económico.
Fuente de datos
y gráficos: Elaboración propia a partir de datos de la CEPAL