13 jun 2012

Implicaciones de la especialización en una estructura de producción simple

Por: Juari Ortiz Mejía, Economista



Las teorías de comercio internacional presentadas por Smith y Ricardo a finales del siglo XVIII y principios del XIX sobre los beneficios de la especialización productiva en función de las ventajas absolutas y/o comparativas que posea cada país respecto a otros, fueron fundamentales para examinar el comportamiento de las relaciones de producción y comercialización entre los países. Con el desarrollo de la estructura productiva mundial durante la Revolución Industrial y bajo estas ideas como impulso al progreso, se establece un nuevo esquema de ordenamiento económico conocido como, la División Internacional del Trabajo.

La especialización de los países desarrollados en una producción industrial, sistema en el cual se involucran los conocimientos científicos, la investigación y la tecnología en los procesos de elaboración de artículos en las diferentes actividades, desde la transformación de la materia bruta en materia prima, hasta la creación de un producto acabado con alta concentración de trabajo compuesto y con alto valor agregado técnico, ha favorecido al establecimiento de su hegemonía en la economía mundial.

En dicho proceso participan varias actividades relacionadas entre sí, convirtiéndose entonces, en una especialización generadora de efectos multiplicadores en los demás sectores de la economía. Por ejemplo, en el proceso de fabricación de un automóvil se integran un conjunto de actividades que van desde la fundición y moldeado del hierro y el aluminio, al taller de montaje, y este a su vez involucra la mecánica, la electrónica, la siderúrgica, la industria del plástico, textil y la fabricación de neumáticos con caucho, es decir, participan casi todos los avances de la física dinámica, la química, ingeniería y avances tecnológicos desde la edad de los metales hasta tecnologías derivadas del desarrollo de la segunda y tercera Revolución Industrial, por esta razón se generan empleos en las capas bajas y altas de la producción, lo que promueve la ampliación del mercado interno, para que sea lo suficientemente fuerte para absorber gran parte de los outputs manufacturados.

La naturaleza de la especialización de dichos países requiere entonces de trabajadores más productivos y cada vez mucho mejor preparados para continuar el desarrollo científico, el cual es el creador de las constantes innovaciones tecnológicas que se necesitan para la modernización de los equipos y demás infraestructuras utilizadas en su producción.

Por otro lado, está el caso de los países en vías de desarrollo, especializados en la producción de bienes primarios, como consecuencia de la subordinación histórica a países del Tercer Mundo por los países desarrollado en el sistema productivo. Por ejemplo, en el caso particular de República Dominicana, que en la época colonial estuvo sometida a la exportación de metales en bruto, luego en una economía de plantación, donde la exportación de azúcar constituyó el eje central de la economía, a finales del siglo XIX, se da un nuevo repunte del azúcar con el desarrollo de las relaciones de producción capitalistas con la Inversión Extranjera Directa y más tarde se adapta la economía a la producción de otros productos básicos, materias primas, y productos semi-elaborados, todos estos fomentados en base a las distintas etapas de requerimientos del mercado externo.

La estructura productiva de estos países presentan una poca necesidad de inclusión de ciencia y tecnología en su desenvolvimiento, además de una mano de obra que no requiere alto nivel de formación técnica ni científica para ser involucradas en el desarrollo de actividades de producción simples, por ende, no se presenta la necesidad de crear constantemente innovaciones para dinamizar y modernizar el aparato productivo. Estas características se plasman en la sociedad cuando la estructura productiva se articula de una forma en la cual la fuente de sus ingresos no requiere grandes cantidades de recursos en infraestructura científico-técnica, ni un alto nivel educativo para desarrollarse, por lo tanto, se deja de lado la prioridad de una creciente inversión en formación social en investigación y conocimiento, que pudieran ser aplicados al aparato productivo.

En nuestro país la mayor parte de la producción y de obtención de recursos ha sido históricamente la exportación de azúcar, café, cacao y tabaco y, actualmente, remesas, comercio, agricultura, turismo, transporte y zonas francas, y otras actividades con bajo nivel de valor agregado que en ninguno de los casos requiere alto nivel de formación técnica. Es decir, en nuestro país se desarrollan actividades simples de producción, que no requieren niveles altos – ni siquiera medios– de educación, por ello, no se invierten las sumas básicas requeridas en educación por la sociedad. Por tanto, los grupos de poder no ejercen presión al Estado para que invierta mayores recursos en educación e investigación, limitando el progreso técnico y social así como las posibilidades de surgimiento de otras actividades diferentes de las que tradicionalmente desarrollan en nuestro país.

Por otro lado, la especialización a una producción con bajo nivel de requerimiento de trabajadores con alto nivel de formación hace que la demanda de trabajo de este tipo no crezca lo suficientemente rápido para absorber a los técnicos de alta formación al no haber plazas de empleo en los centros de investigación ni en industrias de alta tecnificación suficientes y las existentes tienen muchas limitaciones tanto estructurales como de recursos para poder explotar las capacidades y destrezas de sus empleados, por ende, el desarrollo del conocimiento científico-técnico se hace muy difícil.

Las economías de este tipo presentan una desvinculación del sistema de educación con las necesidades del mercado, así como un bajo desarrollo de carreras de carácter científico, como la física, química, matemáticas, entre otras, para el desarrollo de conocimientos para ser aplicados en la innovación de los procesos de producción.

La fuga de cerebros que existe en la mayor parte de los países del Tercer Mundo se deriva principalmente de esta poca capacidad de absorción de los trabajadores con alto conocimiento técnico. En esta situación los países especializados en productos básicos no utilizan el potencial del Capital Humano que producen para generar mejoras técnicas e innovaciones en su país sino que gran parte de estos van a terminar generando invenciones en países especializados en actividades productivas con alta concentración de trabajo compuesto, lo que contribuye a continuar con el mismo modelo de producción en trabajo simple. Es decir, la misma estructura productiva hace que muchos de los técnicos emigren a países con mejores condiciones, determinando con ello, las posibilidades de desarrollo de la capacidad productiva en el largo plazo, la dependencia tecnológica, el atraso técnico, y la continuidad del modelo productivo.

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