16 oct 2012

Inversión en el sistema educativo dominicano

Por: Juari Ortiz Mejía

Actualmente, en nuestro país es ampliamente debatido el tema de la educación, en donde se plantea la necesidad de una mayor inversión para enfrentar las dificultades que presenta el sistema educativo nacional, evidenciando con ello, que en los últimos años se ha iniciado un proceso de empoderamiento y de concientización social sobre la importancia de este elemento como motor del desarrollo.

Al examinar el comportamiento de la educación en los últimos veinte años se aprecia cierta mejoría en términos de inversión. Entre 1990 y 1991, la inversión en educación representaba el 0.9% del PIB, en la actualidad alcanza se encuentra entre 2.1% - 2.3%, repercutiendo positivamente en la tasa de alfabetización de la población al pasar de 81% en 1990 a 89.3% para 2009, – aunque aún por debajo de la tasa para América Latina del 91.4% –. Asimismo, se presenta un incremento en los años promedio de escolaridad pasando de 5 años a 7.1 años[1] en el mismo período.

A través de estos datos, en el largo plazo podemos ver ciertos avances en la educación – más por el lado del acceso que en términos de calidad –, pero aún las grandes deficiencias en el sistema permanecen, lo que amplía las brechas sociales, tanto en lo económico como en las oportunidades de la población a una mejor calidad de vida.

A causa del insuficiente nivel de recursos invertidos en la formación de capital humano, el sistema educativo nacional se ha caracterizado por ser masificado y de poca calidad[2]. El escaso nivel de recursos invertidos dificulta que se disponga de infraestructuras en condiciones aptas para impartir docencia y como resultado, la aparición de aulas sobre-pobladas que no cumplen con los requisitos mínimos para estos fines. La calidad de la enseñanza bajo estas condiciones es mucho menor.

Partiendo de estas características, al estudiar el caso de la República Dominicana en el marco internacional, observamos que nuestro país se encuentra muy mal posicionado, limitando considerablemente su capacidad de desarrollo y competitividad de la mano de obra.

Al comparar la inversión nacional con otros países de la región se observa que la misma se sitúa en promedio en 4.5% del PIB. En el caso particular, se encuentran economías como la de Panamá que invierte un 3.8%, Jamaica 5.8%, Costa Rica con 6.3% y Cuba con 13.6% para 2009. Asimismo, al estudiar la tasa de alfabetismo en esos países, Panamá tiene el 94% de su población mayor de 15 años con capacidad de leer y escribir, Costa Rica el 96%, Jamaica 99% y Cuba el 100%[3]. Ambos elementos muestran el nivel de rezago nacional en materia de inversión y acceso.

En cuanto a la calidad, según el Informe de Competitividad Global 2011 – 2012, la República Dominicana se encuentra en la posición 140 de un total de 142, en calidad de la educación primaria, en el 139 en calidad de la enseñanza de ciencias y matemáticas y en la posición 136 en calidad del sistema educativo en general, evidenciando el grave problema en la calidad al contrastarse internacionalmente.

En la última década, la inversión en educación se ha quintuplicado, al pasar de 8.5 mil millones en el año 2000 a 41.8 mil millones para el 2010, lo cual es importante destacar, sin embargo, ¿Cuál ha sido el desempeño de la educación con un mayor presupuesto?, para el año 2000, la tasa de analfabetismo alcanzaba el 13% y los años de escolaridad promedio de 6.1, en el 2004, con una inversión en educación de 11.8 millones, el analfabetismo disminuye en 2.1%, colocándose en 10.9%. Para 2010, con un presupuesto casi cuatro veces mayor al del 2004, el analfabetismo tan sólo disminuye en 0.1% situándose en 10.7%, es decir, con mucho más recursos se ha logrado mucho menos. En este mismo período, los años de escolaridad promedio tan sólo de incrementan en 0.8 llegando a 6.9 años, mostrando una la lenta mejoría con respecto a la cantidad de recursos.

La baja elasticidad recursos – resultados que se presenta en el sistema de educación nacional presenta una estrecha relación con las deficiencias institucionales y la falta de planificación por parte del Estado dominicano, que provoca que los recursos no se asignen eficientemente a los objetivos planteados, ya que la poca transparencia y la falta de estrategia para el desarrollo permiten que se desvíen los fondos en otras actividades.

Según el Informe del Foro Económico Mundial (2011), nuestro país ocupa el puesto 142 de 142 países en despilfarro del gasto del gobierno, 141 en favoritismo en las decisiones y 140 en desvío de fondos públicos a otras actividades, por ello, aunque se invierta mucho más, la corrupción, el desvío de fondos y la ineficiencia institucional limita el alcance de una mejora significativa del sistema.

Estos males, representan un factor fundamental para entender el problema de los bajos resultados en la educatición – y la economía en su conjunto –, por tal razón, la demanda social para el aumento del presupuesto en educación – o en cualquier otro aspecto – debe ir acompañada de la búsqueda de una mayor eficiencia institucional y administrativa, para así poder hacer frente de una manera coherente al círculo vicioso del problema bajo un eje de una mejora inversión, eficiencia institucional y la planificación.

Por último, las políticas para mejorar en el sistema educativo además de estipular por la eficiencia en la calidad de la inversión, deben complementarse con la creación de medios que disminuyan la deserción escolar, para así, aumentar los años de escolaridad poblacional, y por un sistema de inclusión en el mercado laboral formal a través de la creación de puestos de trabajo que requieran trabajadores mejor formados y con altos niveles de especialización.

[1] Banco Mundial y DIGEPRES (2011).-


[2] Esto puede explicarse por medio de la utilidad marginal decreciente, ya que en un aula se tiene un factor fijo, el profesor, y factores variables, los estudiantes, en la medida que se aumente la cantidad de estudiantes por profesor, el grado de captación de la enseñanza en promedio va disminuyendo, debido a que se sobrepasa la capacidad limitada de enseñanza por cada estudiante adicional, haciendo que sea menos eficiente, por la dificultades que se presentan como consecuencia de un conjunto elevado de estudiantes.

[3] Banco Mundial (2011).-

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