El análisis visual de la
serie, considerada en la gráfica 1, muestra la ocurrencia de dos episodios
atípico se alta inflación; el primero ocurre durante 1os años 80’s y el
segundo, menos prolongado, durante la crisis financiera de 2003. Los niveles de
inflación observados en 1984, estuvieron influenciados por una serie de medidas
asumidas por las autoridades desde 1983.[1]
Estas medidas, incidieron en el incremento persistente de los precios de los
productos básicos, algunos en proporciones superiores al 200%.[2] Estos resultados, llevaron a las autoridades a considerar políticas monetarias orientadas al control
de la inflación como la unificación del mercado cambiario, el mayor control de
las tasas de interés y algunas modificaciones a las legislaciones bancarias
vigentes.
Desde julio de 1985 se observa un proceso de desinflación que
termina con un periodo de relativa estabilidad de precios entre 1986-1987. No
obstante, a partir de 1987 se registró una expansión monetaria que unida al
incremento del gasto público y a los desequilibrios de la cuenta corriente
fueron generando desconfianza en la moneda y presionando a la devaluación que
finalmente dio al traste con nuevos incrementos de la inflación que
persistieron hasta entrada la década de los 90’s.
Gráfico No. 1
Inflación
anualizada según mes, (1984-2011)
Fuente: Elaborado a
partir de datos del Banco Central
Luego
de 1991, se observa una moderación en el crecimiento de los precios, asociada a
las políticas económicas adoptadas a partir del acuerdo Stand-By, firmado con el
Fondo Monetario en el mismo año. El acuerdo incluyó el control de agregados
monetarios mediante emisión de certificados de participación y la adopción de
un ancla nominal en el régimen de tipo de cambio con el objetivo de controlar
la inflación. Durante los 90’s, la
trayectoria de la inflación estuvo esencialmente
determinada por elementos internos; con un déficit público, en parte,
financiado por el crédito interno y un crecimiento económico por encima del
potencial y de la demanda agregada.
El
incremento de precios observado en 1994, estuvo influenciado por la ocurrencia
de fenómenos internos de carácter atmosféricos, que afectaron la producción
nacional y provocaron la escasez de algunos productos básicos, y a otros
elementos externos como el incremento de los precios del café y las
fluctuaciones del tipo de cambio que afecto los precios de productos básicos
como la leche.[1] A finales de los 90’s se evidencio cierta presencia
inflacionaria consecuencia del impacto interno de los aumentos en los precios
del petróleo y a un incremento transitorio de la comisión cambiaria para hacer
frente a compromisos internacionales referidos al pago de deuda y al mencionado
aumento de los precios del crudo.[2]
En
el segundo semestre de 2004, desde agosto específicamente, se verifica una
desaceleración en el ritmo de crecimiento de los precios internos, asociada a
la revaluación experimentada en la tasa de cambio y al ajuste en las
expectativas de los agentes. Sin embargo, previo a este periodo, las autoridades monetarias observaron un deterioro en la
relación robusta entre el dinero y la inflación, esta relación había sido base
de la política monetaria y el control de la inflación ente 1990-2004,[5] lo que posibilito el anuncio, a inicio de 2005, para
asumir un esquema de meta de inflación.
A partir del anuncio de la
estrategia de meta de inflación se observan niveles de precios más moderados
pese a presiones inflacionarias como las registradas a finales del 2007,
ocasionadas a raíz de los fenómenos naturales de las tormentas Olga y Noel y a
la oleada de crecimiento en los precios internacionales de alimento. Esto
obligó a una política de desaceleración de la demanda interna como mecanismo
para aliviar las presiones inflacionarias a partir del último trimestre de
2008. Para 2010, existieron presiones
inflacionarias ocasionadas por los ajustes realizados sobre los precios de los
hidrocarburos y de la tarifa eléctrica en el último trimestre del año[6]
y Más recientemente, 2011, las variaciones observadas de los precios son el
resultado de choques externos asociados a incremento de los precios mundiales
de materias primas.
A partir de la inspección
visual de la serie de inflación mensual,[1]
que se utiliza en el análisis de la persistencia (Ver gráfico 2), se muestran
fluctuaciones considerables con episodios atípicos de alta inflación registrados
en los 80’s y alrededor de la crisis financiera de 2003; en coherencia con los
resultados obtenidos por las sesiones precedentes y por Fuentes (2006).[2] Así, la
descripción subyacente sugiere episodios de alta inflación en presencia de
posibles quiebres estructurales significativos. En tal sentido, los
estadísticos descriptivos ofrecen poca información para describir el
comportamiento de la inflación para el periodo completo.
Gráfico No. 2
Serie
mensual de la inflación, “1984-2011”
Fuente: Elaborado a partir de datos del Banco Central
A partir del gráfico 2 y en
conclusión, se pueden identificar cuatros periodos para describir el
comportamiento de la serie, un primer periodo de alta inflación que ocurre
durante los años 80’s hasta 1991; seguido de un segundo periodo de baja
inflación y relativa estabilidad de precios durante los 90’s y los primeros
años del 2000; el tercer periodo ocurre entre
2002:12–2004:08 terminando con la estabilidad mostrada en el segundo
periodo y dando paso a un proceso de alta inflación y volatilidad en los
precios; por último, en el cuarto periodo, etapa post crisis financiera de
2003, se evidencia una reducción significativa del nivel medio de inflación y
la volatilidad de la serie.